El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una situación conductual que se presenta en aproximadamente 1 de cada 40 personas y tiene su origen en el periodo gestacional (durante el embarazo). Se engloba en un grupo más amplio de diagnósticos, conocidos como Trastornos de Neurodesarrollo.
Los dos síntomas cardinales son:
1) Trastorno en la comunicación social (lenguaje e interacción social)
2) Intereses restringidos o repetitivos.
Los padres generalmente notan signos en los dos primeros años de vida de su hijo.
Los Signos de Alarma más comunes son:
1. Regresión Lingüística. Comenzó a decir palabras sin embargo entre el año y medio y dos años de edad dejó de hacerlo.
2. Parece no escuchar cuando se le habla aún cuando los estudios audiológicos salen normales.
3. Si el niño quiere algo que no puede obtener por él mismo, toma la mano del adulto y lo lleva a lo que él quiere, sin hablarle ni mirarle.
4. Tiene movimientos repetitivos (mueve las manos, camina de un lado a otro, sube y baja escaleras, se balancea)
5. Es muy sensible a los ruidos (llegándose a tapar los oídos); a las texturas (buscando quistarse los zapatos o la ropa); a la comida, (es selectivo y/o repetitivo en los alimentos).
6. Juega de manera repetitiva, mecánica, con pocas variantes. No hay juego “como sí”, ni juego de roles.
El diagnóstico y las intervenciones tempranas de conducta, cognición y habla pueden ayudar a los niños con autismo a ganar habilidades de autocuidado, sociales y comunicativas.
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